CARRETERA AUSTRAL

La ópera de Sídney brilla bajo el sol australiano. Recorremos una ciudad moderna, dando de comer a las cacatúas de los parques o visitando las playas con sus piscinas de agua salada.

Alquilamos una furgoneta para atravesar el país, en pleno verano austral, pero muy pronto Daniel tendrá que ser hospitalizado. Le diagnostican malaria. Sale del hospital una semana después dispuesto a disfrutar de las playas australianas en Airlie Beach. Ya recuperado, cruzamos el desierto para acercarnos al parque nacional de Kakadu, donde las rocas muestras el arte rupestre en la que es considerada la tradición viva más antigua del mundo, la de los aborígenes australianos.

Nos acercaremos a un río cuajado de cocodrilos de agua salada, de hasta seis metros y Daniel los animará a saltar con un cebo enorme. Nos alejamos de allí en un “tren de carretera”, los larguísimos camiones de hasta 50 metros. Un simpático conductor nos habla de Australia desde su camión.

Nos desviaremos mil kilómetros en busca de los aborígenes del desierto. Vamos a descubrir la situación dramática de un pueblo, sin futuro, asolado por un país que ignora sus tradiciones. Llegaremos a un lugar sagrado para los nativos australianos, el monte Uluru y lo veremos desde un punto de vista... diferente. Daniel saltará en paracaídas muy cerca del monolito.

Atravesamos una carretera llena canguros, de paisajes lunares, atardeceres rojos, salares infinitos... hasta Coober Pedy, un pueblo que vive para el ópalo. Visitamos las minas con uno de los lugareños.

Tras pasar por impresionante costa de los 12 Apóstoles, llegamos a Philippe Island. Allí cada tarde llegan cientos de pingüinos, pero tampoco queda ya ni rastro de los aborígenes.