CENTRO DE CREACIÓN CONTEMPORÁNEA

La Plaza en Verano 2016

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La fiesta es permanente

Desde hace cinco años la Plaza Matadero es un enclave desde el que transformar el espacio público a través de lo lúdico y lo festivo.   Si la pasada edición de la presente convocatoria fue una llamada a construir fiestas basadas en el diálogo y la participación, este verano proponemos llevar el reto un poco más lejos, de manera que las nuevas propuestas no solo re-inventen la dinámica relacional de la fiesta, sino que también experimenten con otros de sus elementos, en especial aquellos que permiten la aparición de otros mundos, zonas temporalmente (casi) autónomas y universos paralelos.   Nos referimos a jugar con el repertorio de elementos que van desde la puesta en escena a las temáticas o narrativas elegidas, así como el espacio, el mobiliario, el componente audiovisual o sensorial: hacer de la fiesta una performance colectiva y una obra de arte total.

¿Cómo que permanente?

Una fiesta es tanto la música que suena como quien se encarga de ella, es la persona que se desmelena pero también la que no se atreve a bailar y solo observa. Y por supuesto, es también la atmósfera en que nos sumergimos, en la que participan multitud de factores que hacen que la fiesta tenga el poder de expandirse más allá de sus límites espaciales y temporales, cuestionando así el estereotipo que la considera una mera válvula de escape de la realidad.   Con La fiesta es permanente queremos explorar el poder de la fiesta como medio de construir una realidad, un aquí y ahora fugaces, pero que cambia de forma casi irreversible la manera en la que nos relacionamos con las otras personas, jugamos con nuestros cuerpos, usamos el espacio y producimos cultura.   ¿Qué buscamos?

Por todas estas razones esta convocatoria quiere hacer una llamada a todas aquellas personas, colectivos o asociaciones que se reconozcan en estas ideas y se atrevan a hacer de la Plaza en Verano el escenario de fiestas, happenings, conciertos y eventos artísticos de cualquier índole: mascaradas para break dancers, batallas de fanfarrias versionando clásicos del techno, tablaos para punks de mediana y tercera edad, degustaciones de bachatón, bailantas para gigantes y cabezudos, yincanas de guaguancó, romerías interplanetarias, tómbolas metaleras, milongas para twerkers, bonches, bembés y rumbas. El común denominador a todas ellas ha de ser la atención a la diversidad, la colaboración y el diálogo entre distintas sensibilidades, pero también la capacidad de crear aunque sea durante unas horas, una realidad distinta de la que vivimos, y cuya experiencia sea tan real como nuestro sudor o los graves que hacen vibrar a los cuerpos.

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