Fracasse o la revuelta de los niños de Vermiraux

Los tres invitan a los espectadores a su mesa para contarles la historia de su rebelión contra la autoridad, los adultos y la confiscación de la imaginación.

Un texto, tres actores, veinte muebles, dos colchones, cuatro almohadas, sábanas blancas y 93 asientos para 100 espectadores.

Esta obra rompe con los códigos del teatro tradicional: sin butacas, gradas, escenario, telones ni focos. Con unos simples muebles de madera como decorado y el público en el corazón de la acción, Fracasse nos hace vivir una poderosa historia desde el juego.

Cuando los espectadores entran en la sala se encuentran en el decorado, acogidos como en su casa. Se lavan los dientes, juegan a la pelota, saludan o se les ofrece una almendra, con alguna que otra broma para que se sientan como en su casa y en confianza. Y así, cuando la historia comienza, de manera directa, sin cambios de luces, ni de vestuario, el espectador ya está un poco acostumbrado a esta relación establecida y preparado a construir la historia.

Al terminar, después de la función, hay un coloquio donde el público está invitado a realizar preguntas e intercambiar opiniones.

Texto y dramaturgia- Nicolas Turon a partir del relato de Téophile Gautier.

Con Laura Zauner, Borja Rodriguez y Andrés Acevedo.

Organiza: Fundación Germán Sánchez Ruipérez.

Imparte: El Telón Invisible.

Público: Centros educativos. Alumnos de 5º y 6º de Educación Primaria, ESO, Bachillerato y FP.