CENTRO DE CREACIÓN CONTEMPORÁNEA

MAYFLOWER

Bego Solís
Fecha inicio
Fecha fin
Precio
Entrada libre
Categoría
Espacio
Plaza Matadero
Institución
Una observación frontal de una América desorientada que se fuerza a sí misma a sonreír.
A Bego Solís (Pola de Laviana, Asturias, 1980) le gustan el universo gringo y la cerveza. Hacer fotos del primero, beber de la segunda.
Hace cinco años, Bego Solís recibió un botellazo en la cabeza en el Camp Nou. Y algo que ya amenazaba con romperse se terminó de quebrar: a partir de entonces, fue incapaz de coger un avión o montar en metro. Un miedo inconcreto la paralizaba.
Entre agosto de 2010 y agosto de 2014, el maleficio se rompió de una manera brusca. Como aquellos colonos a bordo del Mayflower, Bego Solís se embarcó en un viaje de ida, vuelta, e ida de nuevo, hacia la Tierra Prometida. Recorrió los Estados Unidos, pasando del miedo al mundo a la pasión por mezclarse con él, en una caza fotográfica potente y sutil al mismo tiempo. Sin realizar juicios ni lecturas, Bego Solís observa frontalmente una América desorientada que se fuerza a sí misma a sonreír. Cada mirada de un desconocido, cada mordida de una anciana a su sandwich de carne, cada culo de stripper untado en aceite, es una historia en vilo. Sus fotografías, sencillas y francas, destilan un realismo salvaje, incómodo a veces, que sin querer nos remite a los cuentos de Carver, Richard Ford y Foster Wallace. Cualquiera de estas personas podría ser protagonista de esas frases secas, del silencio en el porche, de un paseo en coche por una carretera vacía.
En Mayflower se despliegan ante nuestros ojos las píldoras sanadoras: Steve Marino, Bonnie Springs, el brazo alzado de Abigail Royal, la sonrisa de Rachel Amelia, las ancianas sin nombre y los adolescentes que quizás se abrazaban por segunda vez en sus vidas. Un cóctel medicinal de verdad y artificio fabricado a lo largo de una deriva situacionista que aún no ha terminado.
Texto: Sabina Urraca

 
Bego Solís