Querida Sara
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El rostro de Sara muestra unos ojos brillantes, incansables para defender los derechos de las mujeres y conseguir aquello que parecía imposible. Ella había sido activista de diferentes asociaciones por los derechos de las mujeres antes de la llegada al poder de los Talibanes en Afganistán, y era una de las pocas mujeres que consiguió tener un trabajo público como la de taxista. Esto, pero, fue una cuestión de supervivencia, la muerte de su padre y su hermano, cuando ella tenía solo trece años, la obligaron a vestirse y trabajar como un hombre para alimentar
a su familia. Con esto, pudo experimentar la libertad de andar libremente por la calle, de trabajar, de jugar con amigos y de hacer el que ella quisiera.
Cuando se volvió a poner el hiyab, con 18 años, no quiso renunciar a esta libertad y a este modo de vida, volvió a trabajar, esta vez ya con apariencia y nombre de mujer, y se convirtió
en una heroína local para el resto de mujeres. Su activismo la llevó a trabajar durante toda su juventud con las Naciones Unidas para empoderar a las mujeres de Afganistán con cursos, talleres y actividades, para formarlas y darlas la libertad que se los faltaba en una sociedad con un contexto marcadamente patriarcal.
Una inspiradora historia de amistad entre dos mujeres llenas de vida, un canto a la empatía y al diálogo entre culturas. El relato circular de la historia vital de Sara gira del miedo al amor y del amor al miedo. Un testigo de una realidad que ya no existe y que ahora podemos ver con los ojos de Sara.